martes, 11 de septiembre de 2012

La tristeza y la furia




En un reino encantado donde los hombres nunca pueden llegar, o quizás donde los hombres transitan eternamente sin darse cuenta...
En un reino mágico, donde las cosas no tangibles, se vuelven concretas...
Había una vez... un estanque maravilloso.
Era una laguna de agua cristalina y pura donde nadaban peces de todos los colores existentes y donde todas las tonalidades del verde se reflejaban permanentemente...

Hasta ese estanque mágico y transparente se acercaron a bañarse haciéndose mutua compañía, la tristeza y la furia. Las dos se quitaron sus vestimentas y desnudas las dos entraron al estanque.


La furia, apurada (como siempre esta la furia), urgida -sin saber por qué- se baño rápidamente y mas rápidamente aun, salió del agua... Pero la furia es ciega, o por lo menos no distingue claramente la realidad, así que, desnuda y apurada, se puso, al salir, la primera ropa que encontró...
Y sucedió que esa ropa no era la suya, sino la de la tristeza...
Y así vestida de tristeza, la furia se fue.







Muy calma, y muy serena, dispuesta como siempre a quedarse en el lugar donde está, la tristeza terminó su baño y sin ningún apuro (o mejor dicho, sin conciencia del paso del tiempo), con pereza y lentamente, salió del estanque. En la orilla se encontró con que su ropa ya no estaba.
Como todos sabemos, si hay algo que a la tristeza no le gusta es quedar al desnudo, así que se puso la única ropa que había junto al estanque, la ropa de la furia.
Cuentan que desde entonces, muchas veces uno se encuentra con la furia, ciega, cruel, terrible y enfadada, pero si nos damos el tiempo de mirar bien, encontramos que esta furia que vemos es sólo un disfraz, y que detrás del disfraz de la furia, en realidad... está escondida la tristeza.






Cuento tomado del libro: 
Cuentos para pensar  de Jorge Bucay.








Inicia tu proceso terapéutico:
Psicoterapia Gestalt   
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martes, 7 de febrero de 2012

¿Cómo Saber Si Necesito Terapia?




La decisión de ir a terapia no siempre es fácil, implica un acto de profunda humildad en donde se reconoce que existe alguna situación que nos ha rebasado por completo.

Muchas veces darnos la oportunidad de escuchar otros puntos de vista, ayuda; recurrir a  consejos puede ser un alternativa,  el inconveniente es que, no terminas siendo tú, si no ellos, quien resuelve el problema, no es desde ti, sino desde otros y a veces esto va creando inseguridad y un gran dependencia.  Finalmente  vas dejando  la responsabilidad a otros de cómo vivir; entonces de alguna manera, vives tu vida a través de otros. ¿Y qué pasa? a pesar de resolver el problema o salir de la situación te sigues sintiendo preocupado, angustiado o malhumorado; con un gran vacío.


Los motivos por el que ir a terapia pueden variar, pero todos ellos tienen en común la sensación de malestar y sufrimiento emocional, (excepto en los casos en los que se acude a terapia con el objetivo de hacer un proceso de crecimiento y autoconocimiento) En algún momento todos nos enfrentamos a una crisis: terminar una relación de pareja, la muerte de un ser querido, nos invade la ansiedad, caer en depresión, sentirnos atrapados en nuestro trabajo o nuestra vida insatisfactoria, etc.

Aún cuando se ha leído cualquier cantidad de libros y asistido a  cursos de auto ayuda, NADA SUCEDE, NADA, SIMPLEMENTE NO LOGRAS OBTENER UN CAMBIO PERMANENTE.

Este es el momento para buscar ayuda profesional.


El primer paso es RECONOCER que no podemos solos, que necesitamos ayuda y que la  familia, pareja, amigos, ya no son suficientes, es necesaria la ayuda de un profesional que nos ayude a entender lo que te pasa, conocer y reconocer las herramientas, para enfrentar la vida.  En la actualidad la terapia es para todos.




No hay escusas para no iniciar un proceso terapéutico, ya sea en el consultorio o con terapia en línea; ahora es también una buena alternativa.







La terapia gestalt ofrece esta ayuda, surge como un apoyo emocional importante para desarrollar las capacidades y vivir una vida consciente  y plena.